Asesinar es malo… véanlo desde la vista religiosa, moral, legal…
Sin embargo,
existen millones de asesinos sueltos día a día que van con un arma que no puede
ser decomisada pero si puede ser modificada: LAS PALABRAS.
Pocos valoran el poder de las palabras, no se imaginan que a
pesar de su forma intangible penetren hasta lo más profundo de las emociones
del ser humano.
Proverbios 18:21 dice:
La lengua puede traer vida o
muerte;
los que hablan mucho cosecharán las consecuencias.
(NTV)
Muchas Veces pensamos que no hay
dolor mas insoportable que es dolor físico, pero, incluso en nuestro diario
vivir nos damos cuenta que tan fuerte son las heridas del alma, ya que a
diferencia de las físicas, estas no dependen de un proceso natural involuntario
para sanarse, sino de sanación interior voluntaria.
Las palabras de desprecio,
inconformismo y dolor pueden llegar a ser tan hirientes como una bala, un puñal
o un golpe físico y tardar en sanarse tanto como una agresión con estas mismas;
incluso, muchas veces el dolor acumulado con diferentes agresiones verbales
termina por insensibilizar el corazón y transformar a la persona en un ser sin
emociones, o por el contrario altamente vulnerable e irritable.
Procuremos cuidar la forma en que
hablamos; a veces, en momentos de rabia y mucho enojo, no medimos lo que
decimos y esa resulta ser la “excusa perfecta” para disculparse, sin embargo,
tener enojo no va a revertir los daños ocasionados y las consecuencias, la
mejor medida es cuidar lo que decimos y como lo decimos.